martes, 9 de diciembre de 2014

Museo judío de Berlín


El Museo Judío (en alemán: Jüdisches Museum Berlin) está ubicado en la ciudad de Berlín, Alemania, y es uno de los mayores museos judíos de Europa. Muestra, a través de obras artísticas y objetos de la vida cotidiana, la historia de los judíos que viven y vivieron en Alemania durante los últimos dos mil años. El edificio que alberga el museo está diseñado por el arquitecto polaco Daniel Libeskind y fue inaugurado en 1999. El inmueble tiene las fachadas metálicas, ventanas con caprichosas formas y orientaciones, y la planta con forma de rayo. La idea principal que transmite el edificio es el vacío que han dejado los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto. La Torre del Holocausto y el Jardín del Exilio son otras dos construcciones pertenecientes al museo.


Datos arquitectónicos



Vista aérea del diseño de Libeskind, mostrando su configuración en zig-zag y su entorno próximo, con el antiguo Kollegienhaus.

Vista del Museo Judío desde la calle.
Daniel Libeskind (1946 -) es un arquitecto que nació en Polonia y más tarde emigró a los Estados Unidos. Fue también un buen músico, y durante su vida no se vio afectado por el Holocausto nazi. Él es un claro ejemplo del arquitecto que casi no construye y que prefiere escribir libros, teorizar y dar clases, al igual que Bernard Tschumi y Hejduk. Hizo muchos diseños y dibujos, y es un diseñador de primer orden. Estuvo en la Asociación de Arquitectos (AA), donde estuvo Zaha Hadid y los de Coop Himmelb(l)au, entre otros. La IBA fue una Exposición de Arquitectura Construida, celebrada en Berlín, en la que se construyeron edificios modernos junto al Muro de Berlín. Es entonces cuando se crea el concepto de “manzana postmoderna”, con la aparición de construcciones posmodernistas que se oponen a la estructura historicista de muchas calles de Berlín.

En la Exposición de la Deconstrucción de 1982, celebrada en esta ciudad, sirvió a Libeskind para mostrar un trabajo suyo y saltar a la fama. El concurso para el Museo Judío en el Museo de Berlín se celebró en el año 1989, y poco después de celebrarse cayó el Muro de Berlín, comenzando así la reunificación alemana. Este concurso lo ganó Libeskind cuando aun no gozaba de la popularidad que hoy tiene. La construcción del museo comenzó en 1993, y estaba prevista que finalizase en 1995, pero se retrasó y se inauguró en 1999. Libeskind plasma en el edificio la importancia en la historia de Berlín la historia de los judíos. La segunda idea que transmite es la necesidad de integrar física e intelectualmente el significado del Holocausto en la conciencia de Berlín. El arquitecto plasma la idea de que solo a través del reconocimiento de la vida judía puede tener un futuro en la historia de Berlín.

La propuesta que Libeskind pone en el proyecto se resume en la expresión “El vacío y la ausencia”, la cual es la consecuencia de la desaparición de muchos ciudadanos. La sensación de vacío es de la que parte el proyecto, y “Entre líneas” es el lema del mismo. Después de que finalizara la construcción del edificio, éste estuvo cerrado durante mucho tiempo porque los miembros de la fundación que lo gestiona no se ponían de acuerdo en qué cosas tenía que mostrar el museo. Sin embargo, gracias a la iniciativa popular se abrió al público cuando todavía estaba vacío. La afluencia de visitantes fue enorme y se convirtió en uno de los primeros museos de la historia que se abre para mostrar solo la arquitectura.

Diseño del edificio


Vista exterior del Museo Judío con el "Jardín del Exilio" delante.
La planta del edificio parte de una línea picuda con forma de rayo. Esta línea quebrada podía haber sido continuada en cualquier dirección porque parece no terminar. Existe otra línea recta oculta en la planta del museo que atraviesa todo el edificio y desde la cual se articula el “rayo”. La forma de picuda que tiene la planta hace que esta línea recta esté interrumpida a trozos. Estas dos son las bases fundamentales del diseño. La maqueta del proyecto tiene tres diferencias con el edificio construido. Una de ellas es que las fachadas de la maqueta están inclinadas de manera similar a las Torres KIO de Madrid, mientras que las del edificio son perpendiculares.

La segunda diferencia es que en el proyecto había tres pequeñas torres exteriores al edificio principal, las cuales se han agrupado en una. La tercera diferencia es que hay un hueco exterior formado por la maqueta y que está suavizado en el edificio. La entrada principal al Museo Judío estaba originariamente en una pequeña torre situada junto al edificio antiguo del Museo de Berlín. Finalmente, esa construcción se integró en el interior del inmueble antiguo, que es del siglo XVIII. En un plano de situación, Libeskind relacionó el Museo Judío con el edificio del Sindicato del Metal, diseñado por Mendelsohn, colocándolos dentro de una estrella judía (llamada Estrella de David) alargada que se extiende desde el Muro de Berlín hasta el canal de la ciudad.

En algunos planos del edificio pone de fondo palabras y pentagramas. Dichas palabras son, en ocasiones, un poema donde está repetida la palabra “espíritu”, y otras veces coloca una lista de personas desaparecidas en el Holocausto cuyos apellidos empiezan en “Berlín”. En cuanto a los pentagramas, corresponden a la partitura de la ópera “Moisés y Aarón”, escrita por el compositor Arnold Schönberg. Esta obra musical no está finalizada y su última parte está en silencio. La ausencia del sonido refleja una base del proyecto.

Acceso al museo


Interior de los pasillos subterráneos de acceso al museo.
El edificio tiene una planta subterránea y cuatro sobre el nivel del suelo. Estas últimas son iguales entre sí salvo la superior, que alberga oficinas y tiene una distribución diferente. La entrada al Museo Judío está en una construcción con planta romboidal situada dentro del edificio antiguo del Museo de Berlín. Consiste en una bajada que se realiza por unas escaleras poco iluminadas y con los escalones oblicuos, de manera que transitar por ellos es complicado. Esta bajada conduce al sótano del edificio, el cual está compuesto por unas salas que no están abiertas al público y por tres pasillos rectos que se cruzan formando ángulos no perpendiculares, de manera que la orientación por ellos se complica.

El suelo de estas travesías está inclinado, y en el techo hay ráfagas de luz artificial que ayudan la orientación. Éste es de color negro para dar más contraste a estas luces, las cuales son las únicas que hay. Uno de estos pasillos conduce a la "Torre del Holocausto", otro al "Jardín del Exilio" y el tercero a unas largas escaleras ascendentes que comunican con las plantas del museo.

Torre del Holocausto y Jardín del Exilio


Vista exterior de la "Torre del Holocausto".
La "Torre del Holocausto" es aquella pequeña construcción que originariamente se constituía por tres torres exteriores al edificio principal. Tiene una planta con forma de cuadrilátero puntiagudo y sus fachadas son de hormigón visto. Es ciega y solo tiene un hueco vertical colocado en la parte superior del vértice de sus paredes más agudo. Es por ahí por donde entra la única luz que hay en el interior de la torre, y el acceso a la misma se realiza por un pasillo del sótano.

El "Jardín del Exilio", cuyo nombre oficial es Josef Hoffmann, es un gran cuadrado situado en el exterior del edificio donde hay 49 pilares de planta cuadrada dispuestos en cuadrícula. El número 49 simboliza el año de fundación de Israel, pues se fundó el año 1948, es decir, durante el 49º. Éstos son de hormigón y huecos, rellenados con tierra de Berlín (salvo el central, rellenado con tierra de Jerusalén) y coronados con vegetación. El suelo del Jardín está inclinado con la pendiente siguiendo la diagonal, los pilares son perpendiculares a este suelo, y éstos están cortados paralelamente a su base. De esta manera, es obvio que los pilares también están inclinados. Andar por dentro de este “bosque” de pilares coronados con plantas resulta incómodo por culpa de la inclinación diagonal que hay en el suelo, de tal manera que no coincide con ninguna “calle”. Esta molestia es un objetivo perseguido por el arquitecto.

Interior del edificio


Vista interior del museo y una de sus exposiciones.

Vista exterior de las ventanas de las fachadas del museo.
La escalera que sale de uno de los pasillos del sótano es recta y está colocada limitando con una de las fachadas del edificio. Cada dos descansillos tiene el acceso a una de las plantas del museo, salvo a la última. Las vigas que se muestran sobre este lugar tienen direcciones caprichosas y una apariencia deconstrutivista, pero son funcionales al servir de arriostramiento. En el interior del edificio hay espacios vacíos, es decir, partes que están cerradas a las cuales no se puede acceder. Es lo que ocurre en aquella línea recta que atraviesa la planta en forma de rayo de todo el museo, solo que en realidad esa recta es un “pasillo” común a las tres primeras plantas y está cortado por culpa de la forma picuda del edificio. Este “pasillo” solo es atravesado por unas pasarelas que conectan las diferentes salas del museo, las cuales están definidas por las fachadas del edificio y por el “pasillo” recto. Estos pasos tienen el pavimento distinto respecto del de las salas, el techo más bajo de lo normal y pintado de negro, el mismo color empleado en las paredes que limitan las salas y el “pasillo”.

Los diversos ángulos que forma el edificio hacen que los pasos sean oblicuos respecto a las salas que comunican, de manera que la percepción se hace complicada. Las ventanas del Museo Judío tienen todas direcciones y formas muy caprichosas y no siguen ningún orden visible, aunque éstas tienden a ser alargadas. La luz natural penetra en el interior solo cuando los diseños exteriores e interiores de las ventanas coinciden, lo cual no siempre pasa. Realmente, de los 1005 huecos de fachada, solo cinco coinciden completamente. A los huecos, Libeskind los llama “el alfabeto del museo”. Las ventanas crean efectos luminosos en el interior del inmueble cuando la luz se refleja en paredes y pavimentos reflectantes. Muchos huecos llegan al suelo y al techo, a la vez que se cruzan. El museo muestra objetos de la vida cotidiana de los judíos, tales como cuadros y utensilios de uso común. Algunos de estos objetos estropean el diseño interior, a juicio de muchos, de manera que interrumpen la continuidad del espacio.

Las fachadas son de hormigón con un recubrimiento exterior de chapa metálica. Esta capa está constituida por paneles de cinc y titanio colocados diagonalmente, no coincidiendo con los forjados y dando la sensación de que las fachadas están inclinadas. Diseñó con sumo cuidado la forma de los huecos de las fachadas, de manera que realizó varios dibujos en los que detallaba sus formas y tamaños. Existen ventanas de un tamaño considerablemente mayor que el resto en la fachada que mira al lado donde está el edificio antiguo, y en la altura de la última planta de la fachada opuesta a la primera. El edificio tiene varias puertas que dan al exterior pero que no son de uso habitual, por lo que se camuflan en la fachada con el mismo tipo de chapa. Hay un patio exterior formado por las fachadas del museo en el que hay un paso en la altura del suelo que comunica los dos lados del edificio. Éste es diagonal y es el único que hay en el inmueble con estas características. El pavimento de este patio es muy original porque está hecho con piedras de tres colores y forma figuras que se asemejan a las ráfagas de las ventanas. La gran efectividad que tiene el mensaje publicitario del edificio se refleja en el gran éxito comercial que tiene su tienda de recuerdos, un establecimiento que vende todo tipo de recuerdos del Museo Judío en el Museo de Berlín.

Colección y exhibición


La exposición permanente Dos milenios de historia germano-judía presenta una visión de Alemania desde el punto de vista de la minoría judía. La exhibición comienza con las comunidades medievales a lo largo del Rin, principalmente en Espira, Worms y Maguncia. El período barroco está representado por Glikl bas Judah Leib (1646–1724, conocido como Glückl de Hamelín) y su diario, que ilustra su vida como mujer judía dedicada al comercio en Hamburgo. El siglo XVIII se muestra a través de la herencia intelectual y personal del filósofo Moses Mendelssohn (1729–1786). Estos puntos de vista se completan con la descripción de la vida judía en la corte y en el país. La época de la emancipación en el siglo XIX está marcada por el optimismo, los logros sociales y políticos, y por una creciente prosperidad. Sin embargo, también se tratan los retrocesos y las desilusiones de dicha época para las comunidades judías. Las vivencias de soldados germano-judíos durante la I Guerra Mundial se encuentran al comienzo de la presentación del siglo XX. En la sección dedicada al nacionalsocialismo, los visitantes pueden ver cómo los ciudadanos judíos reaccionaron a la creciente discriminación, por ejemplo con la fundación de escuelas y servicios sociales judíos. La marginación y la aniquilación de los judíos puso punto final a dichas iniciativas. Tras la Shoa, 250.000 supervivientes se encontraron en campos para Displaced Persons, donde esperaban la posibilidad de emigrar; al mismo tiempo surgieron pequeñas comunidades judías nuevas en el oeste y en el este. La exposición finaliza con una visión de conjunto sobre la inmigración de unos 200.000 judíos procedentes de la extinta Unión Soviética a Alemania, con los que comienza un capítulo, todavía sin escribir, de la vida judía en Alemania.

Las exposiciones temporales

Las exposiciones temporales se dedican a toda una variedad de temas de las más diversas épocas, que se presentan en diferentes géneros. Especialmente notables son las exposiciones: How German is it? 30 Artists' Notion of Home (2011–2012), Kosher & Co: On Food and Religion (2009–2010), Looting and Restitution: Jewish-Owned Cultural Artifacts from 1933 to the Present (2008–2009), Typical: Clichés about Jews and Others (2008), Home and Exile (2006–2007), Chrismukkah: Stories of Christmas and Hanukkah (2005–2006), 10+5=God (2004), and Counterpoint: The Architecture of Daniel Libeskind (2003).

Instalación Shalechet – Hojas caídas

10.000 rostros, troquelados en acero, están distribuidos sobre el suelo del "Vacío de la Memoria", el único espacio vacío en el edificio de Libeskind en el que se puede entrar. El artista israelí Menashe Kadishman dedica su obra no solo a los judíos asesinados durante la Shoa, sino también a todas las víctimas de la violencia y la guerra. Los visitantes están invitados a pasear sobre las planchas con los rostros y a escuchar los sonidos que producen las hojas de metal al pisarse y restregarse unas con otras.

El Centro Rafael Roth Learning

El Centro Rafael Roth Learning, en el sótano de edificio Libeskind es una sala medial, en la que, en numerosos terminales de ordenador se recogen los temas de las exposiciones y se profundiza en ellos, con historias, entrevistas y análisis de nuestros objetos de exposición.

Opinión personal

Me gusta mucho este museo porque es un museo totalmente atípico, la mayoría de los museos te transladan a los hecho históricos mediamte recopilación de información y colección de objetos pero sin embargo este museo lo que pretende es que sientas y tengas las mismas sensaciones que tenían los judíos esa época.Para causar estas sensaciones el arquitecto recurre principalmente a la arquitectura del edificio, la luz también juega un papel muy importante en las sensaciones.Puede incluso que la visita al museo provoque malestar especialmente si nos adentramos al jardín del exilio que provoca nos puede provocar un importante malestar a causa de su inclinación otros puntos importantes del museo es la torre del holocausto y la instalación Shalechet, en la torre del holocausto la luz es muy importante ya que hace al lugar mucho más lúgubre y da la sensación de estar estar atrapados que es lo que tenían que sentir los judíos durante esa época.También parece que el museo está estructurado según la fases que tuvieron que pasar los judíos como por ejemplo una fase podría ser el jardín del exilio que realmente es un falso exilio ya que se encuentra fuera de la estructura principal pero no tiene salida al exterior.Pero la zona más impactante quizás sea "Void void" zona donde el suelo está cubierto completamente por caras de acero que representan todas las memorias de los judíos asesinados por los nazis.En resumen el edificio está diseñado para describir las tensiones de la historia judeo-alemana, a partir de dos ejes. En los cruces entre ambos, se encuentran los vacíos o voids,espacios huecos dotados de un gran significado emocional, que atraviesan todo el museo.





void void





jardín del exilio

torre del holocausto